Durante su trayectoria destacó por su abnegado servicio, la entrega vocacionada en todas las funciones y tareas encomendadas,
su profesionalismo estuvo siempre impregnado de un profundo amor y cariño por sus alumnos, apoderados y compañeros de trabajo,
decenas de generaciones recibieron el regalo de sus enseñanzas como el de su amistad y solidaridad permanente.
Uno de sus proyectos más queridos fue el de fomentar la Comprensión Lectora en los niveles iniciales, promoviendo relevantes logros en esta área,
en los últimos años contamos con su presencia en el Consejo Directivo, siendo un aporte valiosísimo en la gestión.

Extrañaremos a María Elizabeth, no obstante el recuerdo de su destacada trayectoria,
el tesón con el que llevaba cada tarea, su optimismo reflejado en la sonrisa cotidiana, nos animará a recrear su estilo pedagógico.
Ese estilo que buscó enseñar siempre, tanto en el patio, como en la sala de clases, enseñando siempre con la actitud, el gesto y la palabra,
con la anécdota oportuna y la relación de cada conocimiento con la vida, poniendo siempre el testimonio de nuestro Señor y Buena Madre,
como el permanente modelo de enseñanza y desde la palabra sencilla, fue entregando el pensamiento más hondo.

Fue una EDUCADORA MARISTA, su pedagogía, fue la pedagogía de la presencia, tal como la de nuestro fundador Marcelino Champagnat, cuya pascua celebramos esta semana.

¡ Ya se dará la ocasión de despedirnos y homenajear presencialmente a María Elizabeth!